El futuro de la banca digital
La digitalización ha tomado el mundo por asalto, con análisis avanzados y tecnología penetrando en todas las industrias. Las empresas fintech tienen la mira puesta en el sector bancario, posicionadas para desbancarlo de su primacía, pero detrás de ellas se encuentran todo tipo de aspirantes, con entidades no bancarias y empresas que buscan integrar las ofertas de servicios financieros en el recorrido de sus clientes a la velocidad del rayo.
Los competidores deben adaptarse a medida que los bancos y las entidades no bancarias tratan de utilizar la tecnología moderna para adoptar la banca digital a gran velocidad. De lo contrario, corren el riesgo de quedarse atrás. La digitalización masiva ya no es una opción, sino una inevitabilidad, y tienen que abrazar el cambio.
¿Qué es la banca digital?
La banca digital es simplemente la digitalización de los servicios bancarios. Elimina la necesidad de que los consumidores se desplacen a una tienda, una ventaja que cobró todo su sentido a raíz de una pandemia mundial. Los consumidores demandan servicios bancarios que sean eficientes y accesibles, y ahí es donde las grandes tecnológicas pueden competir con los bancos tradicionales, ofreciendo productos de servicios bancarios y financieros directamente a los consumidores, con sólo pulsar un botón.
Las grandes tecnológicas aprovechan su amplia base de usuarios para construir sobre su infraestructura existente y ofrecer una amplia gama de servicios y productos digitales a los consumidores. Esto supone una amenaza casi existencial para los bancos tradicionales, y adaptarse a su ritmo no será fácil. Al fin y al cabo, conlleva dos objetivos aparentemente contradictorios: lograr la velocidad, agilidad y flexibilidad innatas a las fintech, al tiempo que se gestionan las normas de seguridad, los requisitos normativos y la escala de una institución tradicional de servicios financieros.
Estas fuerzas crean un espectro dentro del ámbito de la banca digital, con diferentes bancos que adoptan la digitalización en diferentes grados. Y esto, a su vez, no es más que un peldaño hacia lo que quizá sea el verdadero futuro de la banca: las plataformas. El concepto de banca como plataforma (BaaP) es relativamente reciente, pero ya tiene un inmenso potencial. La BaaP proporcionaría un mercado digital de servicios bancarios (y quizás incluso no bancarios), elevando los límites de lo que podría ofrecer. Pero este objetivo no está ni mucho menos al alcance de todas las empresas.
¿Cómo pueden los bancos seguir siendo competitivos en un panorama exponencialmente digitalizado?
Hay varios caminos que los bancos podrían tomar para mitigar la amenaza que suponen los disruptores digitales en el sector de los servicios financieros. Por ejemplo, Natwest, que en 2019 lanzó Mettle, un banco empresarial independiente solo digital que atiende a sociedades limitadas y empresarios individuales. Sus características incluyen contabilidad, facturación y herramientas que permiten a las pequeñas empresas estar mejor preparadas para sus responsabilidades fiscales. O HSBC UK, que en 2021 lanzó HSBC Kinetic, un servicio bancario mobile-first especialmente diseñado para ayudar a las pequeñas empresas ambiciosas a trabajar de forma más inteligente en un momento en el que nunca han necesitado ser más ágiles para estar al tanto de sus finanzas.
Luego está Apple, que identificó esta oportunidad y se asoció con el banco de inversión Goldman Sachs para lanzar Apple Card, una solución radical de pagos digitales que también evita ciertos requisitos normativos. Al apoyarse en la infraestructura bancaria existente, las empresas tecnológicas pueden centrarse en lo que mejor saben hacer: innovar productos novedosos compitiendo con los bancos tradicionales. Cada vez son más las empresas que se convencen de que este es su siguiente paso lógico para añadir productos a sus modelos de negocio básicos.
Además, la relación dinámica entre los servicios financieros y las fintech genera un ecosistema simbiótico en el que ambos pueden coexistir sin dejar de ser relevantes. En 2020, por ejemplo, HSBC lanzó Contour, una plataforma blockchain de financiación del comercio respaldada por Citi y Standard Chartered. Del mismo modo, JPMorgan lanzó una plataforma blockchain en la que ahora están probando su propia moneda digital, JPM Coin. Esto demuestra hasta qué punto blockchain se ha convertido en un arma integral en el arsenal de la banca digital de una institución, junto con conceptos como las carteras digitales (para el comercio minorista) y las tesorerías digitales (para las empresas).
Es el momento de que los bancos adopten la banca digital
Si un banco quiere no sólo sobrevivir, sino prosperar en el futuro, debe adaptarse a las tecnologías emergentes, mantenerse flexible a la hora de adoptar modelos de negocio en evolución y situar a los clientes y sus demandas en constante cambio en el centro de toda estrategia, empezando hoy mismo.
Existen numerosas oportunidades para que los bancos integren y aceleren la tecnología financiera y, mientras tanto, las fintechs pueden aprovechar este momento para innovar nuevos productos para el consumidor empresarial o minorista moderno y conocedor de las finanzas. Existe la banca omnicanal, en la que los clientes pueden acceder a sus servicios bancarios en tiempo real a través de cualquier canal, ya sea en una sucursal o cajero automático, a través de un centro de llamadas o en línea. Al implantar la banca omnicanal, los bancos dan a los clientes la libertad de utilizar sus servicios en cualquier lugar, en cualquier momento y a través del medio que les resulte más cómodo. También está la banca abierta, que se basa en los datos abiertos para avanzar hacia una mayor transparencia y facilidad de la banca al permitir a los clientes acceder a todos sus servicios financieros en un solo lugar, ya estén buscando una hipoteca, un préstamo o pagar sus facturas.
Dicho todo esto, primero los bancos tradicionales deben identificar su lugar en el espectro de la banca digital, ya sea a través de una asociación fintech-servicios financieros, BaaAAP, IA o blockchain. Solo entonces podrán formular una estrategia clara y preparada para el futuro.
La revolución fintech está llamada a perturbar continuamente a los bancos tradicionales, por lo que estos deben asignar sus recursos en consecuencia para seguir el ritmo de la tecnología financiera en constante evolución en un panorama empresarial volátil. Solo cuando innoven, integren y aceleren podrán seguir siendo no solo relevantes, sino también competitivos.